Siempre me encantó leer, pasar las noches en vela sumergida entre las
paginas de alguna novela, soñando despierta, imaginando como me sentiría
estando en esas vidas, en esos momentos.
Aún era bastante pequeña cuando comencé a escribir, a escondidas, en
aquel cuaderno de anillas. Siempre lo guardaba encima del armario. No
quería que nadie se mezclara con aquellas líneas que escribía solo para
mí. Me daba pavor que alguien opinara sobre mis sentimientos, miedos y
anhelos. Parte de mi se quedo en esos garabatos.
No tengo mucho que ofrecer más que lo que soy. Alguien con muchos
comienzos y pocos finales. Alguien que sabe lo que piensa, lo que ama y
lo que detesta. Alguien que no encuentra la forma de mostrarse al mundo
tal y como es. Alguien a quien muy pocos conocen de verdad.